La Asociación Española contra el cancer, AECC, es una asociación declarada de "utilidad pública" fundada en 1953 con el propósito de luchar contra el cáncer. Tiene su sede en Madrid y desarrolla su actividad en toda España gracias a sus 52 juntas provinciales con representación en más de 2.000 localidades en todo el país.
La AECC está compuesta por voluntarios, socios y personal contratado que aunan esfuerzos y trabajan con ilusión, poniendo lo mejor de si mismos para conseguir los objetivos de la Asociación. Según se puede leer en su web la integridad, profesionalización, dedicación y capacidad de respuesta de todos los miembros de la AECC ha generado una cultura común.
La AECC llega hasta allí donde los recurso públicos no llegan y además de cumplir con una importante labor de impulso a la investigación contra el cáncer realiza una función fundamental en el apoyo al enfermo y sus familias. Si en la primera la gestión de los recursos resulta prioritaria para lanzar iniciativas de investigación y avance, en la segunda es crítico contar con el compromiso generoso de voluntarios y profesionales que son el lubricante precioso que permite a una gran maquinaria cumplir con su "utilidad pública".
En un tiempo en el que las políticas de austeridad homicida detraen de los presupuestos públicos recursos para la investigación científica y los servicios sociales, la labor de Asociaciones de "utilidad pública", las convierte en la referencia a la hora de abordar las dificultades generadas por tales políticas. De ahí que la transparencia, la honestidad y la independencia de las personas que son la cara más visible de estas Asociaciones, sea fundamental a la hora de mantener, lo que la propia AECC define en su web, como una cultura común. Esta cultura común de la que se nutre la Asociación, debe de ser ejemplo para los más de 15.000 voluntarios que hacen de la generosidad su principal herramienta de trabajo. Desde esa perspectiva, ni la doble moral que permite disfrutar de ventajas fiscales al tiempo que se reclaman mayores recursos del erario público. Ni las alianzas estratégicas con empresas, o las creencias religiosas, siempre tan peligrosas cuando pueden condicionar las líneas de investigación a desarrollar. O directamente, el poner en manos del interés privado, la gestión de recursos con la intención de beneficiar a un grupo económico y empresarial son comportamientos que refuercen la impagable labor de voluntarios y profesionales que aportan su ilusión y sus conocimientos a la magnífica labor desarrollada día a día por la Aecc y desde luego, se alejan de un comportamiento modélico de una Asociación de prestigio en la que miles de personas trabaja para un tan buen fin.
El Consejo ejecutivo de la AECC está compuesto por personas de prestigio. La gran mayoría han desarrollado su carrera profesional en grandes empresas y entidades financieras y sin duda aportan con su presencia un valor notable al funcionamiento de la Asociación. Sin embargo, cabría preguntarse si muchas de esas empresas e Instituciones, más allá de acciones cosméticas de Nueva filantropía, destacan por su compromiso social y por la utilidad pública de sus actividades. También habría que preguntarse por qué 11 miembros del Consejo de la junta de Madrid abandonaron en bloque sus cargos el pasado 5 de diciembre en apoyo de su presidenta, Silvia Meléndez Camacho, cesada por la Junta central por su oposición al acuerdo con Capio. Quizá tras leer con atención de dónde vienen y para quién trabaja algunas de las personas que forman parte del Consejo Ejecutivo de la AECC encontremos respuestas. Respuestas que esperamos planteen nuevas preguntas
La AECC está compuesta por voluntarios, socios y personal contratado que aunan esfuerzos y trabajan con ilusión, poniendo lo mejor de si mismos para conseguir los objetivos de la Asociación. Según se puede leer en su web la integridad, profesionalización, dedicación y capacidad de respuesta de todos los miembros de la AECC ha generado una cultura común.
La AECC llega hasta allí donde los recurso públicos no llegan y además de cumplir con una importante labor de impulso a la investigación contra el cáncer realiza una función fundamental en el apoyo al enfermo y sus familias. Si en la primera la gestión de los recursos resulta prioritaria para lanzar iniciativas de investigación y avance, en la segunda es crítico contar con el compromiso generoso de voluntarios y profesionales que son el lubricante precioso que permite a una gran maquinaria cumplir con su "utilidad pública".
En un tiempo en el que las políticas de austeridad homicida detraen de los presupuestos públicos recursos para la investigación científica y los servicios sociales, la labor de Asociaciones de "utilidad pública", las convierte en la referencia a la hora de abordar las dificultades generadas por tales políticas. De ahí que la transparencia, la honestidad y la independencia de las personas que son la cara más visible de estas Asociaciones, sea fundamental a la hora de mantener, lo que la propia AECC define en su web, como una cultura común. Esta cultura común de la que se nutre la Asociación, debe de ser ejemplo para los más de 15.000 voluntarios que hacen de la generosidad su principal herramienta de trabajo. Desde esa perspectiva, ni la doble moral que permite disfrutar de ventajas fiscales al tiempo que se reclaman mayores recursos del erario público. Ni las alianzas estratégicas con empresas, o las creencias religiosas, siempre tan peligrosas cuando pueden condicionar las líneas de investigación a desarrollar. O directamente, el poner en manos del interés privado, la gestión de recursos con la intención de beneficiar a un grupo económico y empresarial son comportamientos que refuercen la impagable labor de voluntarios y profesionales que aportan su ilusión y sus conocimientos a la magnífica labor desarrollada día a día por la Aecc y desde luego, se alejan de un comportamiento modélico de una Asociación de prestigio en la que miles de personas trabaja para un tan buen fin.
El Consejo ejecutivo de la AECC está compuesto por personas de prestigio. La gran mayoría han desarrollado su carrera profesional en grandes empresas y entidades financieras y sin duda aportan con su presencia un valor notable al funcionamiento de la Asociación. Sin embargo, cabría preguntarse si muchas de esas empresas e Instituciones, más allá de acciones cosméticas de Nueva filantropía, destacan por su compromiso social y por la utilidad pública de sus actividades. También habría que preguntarse por qué 11 miembros del Consejo de la junta de Madrid abandonaron en bloque sus cargos el pasado 5 de diciembre en apoyo de su presidenta, Silvia Meléndez Camacho, cesada por la Junta central por su oposición al acuerdo con Capio. Quizá tras leer con atención de dónde vienen y para quién trabaja algunas de las personas que forman parte del Consejo Ejecutivo de la AECC encontremos respuestas. Respuestas que esperamos planteen nuevas preguntas