Arundhati Roy examina el lado oscuro de la democracia y muestra cómo las exigencias del capitalismo globalizado han sometido a miles de millones de personas al racismo y a la explotación. La autora expone cómo las megacorporaciones han desposeído de recursos naturales al país y han sido capaces de influir a través del Gobierno en todas las partes del país, utilizando habitualmente al ejército y su fuerza bruta con fines lucrativos, así como a una amplia gama de ONG y fundaciones, para decidir la formulación de políticas en la India.
Extraido del artículo "Lecturas Insumisas" de Pedro Jesús Fernández publicado en Contexto y Acción.
El capítulo más interesante está dedicado a desenmascarar uno de nuestros más amados tabúes: la filantropía corporativa. Las bienintencionadas ONG, las monísimas fundaciones, las becas, los pequeños hospitales, los cursos educativos, los festivales literarios financiados por empresas y asociaciones. Para Roy, el negocio más visionario de todos los tiempos: “La idea de estas fundaciones fue un salto de la imaginación empresarial. Entidades legales, exentas de impuestos, con enormes recursos y unas competencias casi ilimitadas, que no rinden cuentas a nadie, que son totalmente opacas: ¿qué mejor forma de convertir la riqueza económica en capital político, social y cultural, de transformar el dinero en poder?”.
Tras mostrarnos cómo las instituciones financieras del mundo, incluyendo el FMI, “obligaron a los gobiernos a recortar el gasto público en sanidad, educación, atención infantil e infraestructuras de saneamiento, ahora las fundaciones están convirtiendo algo que deberían ser derechos de todos en actividades benéficas. Obligan a que se retraiga el gasto público para poder privatizar todo”. Demoledor. Roy se detiene en mostrar la delgadísima línea que separa las empresas y las fundaciones, en verificar el ínfimo porcentaje de beneficios que destinan a la filantropía, en señalar con el dedo a las más guapas: la Fundación Bill y Melinda Gates, la Rockefeller, etc.