Vivimos tiempos difíciles. Pero también y por qué no, tienen que ser los días de la fraternidad y el compromiso con los afectos y las buenas acciones. En estos tiempos de dificultades, en el buen corazón de las personas de bien se despierta un ansia de buenos deseos que saben canalizar aquellos que llevan años viviendo de la solución de la pobreza ajena. La gran mayoría de Ongs y fundaciones filantrópicas saben que en los tiempos de crisis germina también la semilla de la solidaridad. Invitaciones a la donación pueblan los medios de comunicación, asaltan los buzones o salen a la calle para recibir “face to face” al ciudadano que quiere acabar con las penurias de los que más lo necesitan. Sin embargo todo ese caudal de buenos deseos, toda esa "energía positiva” que inunda los corazones de ciudadanos de buena fe y de comprometidos voluntarios, puede estar poniéndose, sin ellos saberlo, al servicio de una precisa estrategia cuyo objetivo principal es hacerse con el nuevo negocio de los poderosos, la gestión económica de la pobreza.
Es cierto todos estamos muy preocupados dándole vueltas a la prima de riesgo y la intervención financiera y se nos olvida que mientras apelan a nuestro miedo, con la posibilidad de disminución de nuestros derechos o la perdida de nuestro trabajo, hay entidades y personas que actúan y se aprovechan de nuestra mala conciencia y nuestro buen corazón. Se nos olvida que mientras nos miramos el ombligo de nuestro miedo, ellos hacen negocio con la pobreza.
Es cierto todos estamos muy preocupados dándole vueltas a la prima de riesgo y la intervención financiera y se nos olvida que mientras apelan a nuestro miedo, con la posibilidad de disminución de nuestros derechos o la perdida de nuestro trabajo, hay entidades y personas que actúan y se aprovechan de nuestra mala conciencia y nuestro buen corazón. Se nos olvida que mientras nos miramos el ombligo de nuestro miedo, ellos hacen negocio con la pobreza.
El nuevo filantrocapitalismo ha elaborado una estrategia voraz avalada por tecnócratas de la economía, expertos en comunicación y mercado y gurús de las nuevas tecnologías que trabajan juntos para Fundaciones filantrópicas.
Fundaciones en las que convergen “curiosas” alianzas estratégicas entre grandes empresas, fundaciones varias y corporaciones del gran capital. Que manejan exclusivamente criterios de economía “neoliberal” con intereses meramente empresariales y comerciales y cuyo objetivo es captar especialmente a los cuatro mil millones de personas que todavía no forman parte de la “economía formal” del mundo. Esta estrategia se inició hace años planteando tres líneas de acción. La primera consiste en acceder a ese “mercado” por la vía de la confianza. Fundaciones filantrópicas de opaco funcionamiento y creadas por interesados patronos, aportan un gran caudal de recursos económicos como resultado de las políticas fiscales aplicadas en los países ricos, que hacen de la donación un negocio rentable para el donante. La intención es intervenir en las sociedades más desfavorecidas mediante el patrocinio de proyectos de cooperación al desarrollo, que en numerosas ocasiones proponen la ayuda a cambio de posibilidad de negocio. En ese complejo “mercado” de la pobreza llevan décadas trabajando algunas de las más comprometidas Ongs. El fruto de esta a intervención indispensable y fundamental en la lucha contra las pobreza real es el respeto y la confianza de las sociedades para las que trabajan. La políticas “neoliberales” que han avalado la crisis, han reducido el caudal de recursos del que podían disponer estas organizaciones no gubernamentales y han puesto en peligro el desarrollo de las acciones directas en el campo real. Así las cosas, estas Fundaciones han visto la posibilidad de entrar en ese mercado a través de la colaboración con algunas Ongs, que han aceptado como último recurso este tipo de espurios patrocinios. Tenemos así en la retaguardia de la avanzadilla de la lucha contra la pobreza a patronos que buscan rentabilizar su filantrópica inversión. La siguiente línea de acción es cruel y aviesa pues arrebata a los pueblos la soberanía alimenticia, mediante la gestión de semillas autóctonas, el control de patentes agrícolas y el mercado especulativo de alimentos, condenándoles al hambre y la muerte.
Es curioso comprobar cómo abundan los proyectos vinculados al desarrollo agrícola de las zonas más desfavorecidas mediante la introducción de semillas “patentadas”, estremecedor descubrir como estos programas no terminan de alcanzar su objetivo:la lucha contra el hambre e indignante saber que abundan los alimentos en medio de un hambre atroz. La tercera línea de acción consiste en la inmersión de los más injustamente tratados, en el sistema financiero internacional, utilizando para ello la táctica de los microcréditos. Práctica aparentemente loable con la que en algunos lugares del mundo se ha podido superar el umbral de la pobreza, pero que ha permitido a las corporaciones financieras fidelizar una red de nuevos y comprometidos clientes.
Si existen víctimas es porque existen eficaces verdugos. La filantropía ya no se queda en un negocio de optimización de beneficios a partir de la desgravación de impuestos. Las grandes empresas y corporaciones financieras a través de sus fundaciones filantrópicas han encontrado una gran vía de negocio en la pobreza. Es trabajo de las Organizaciones no gubernamentales más comprometidas ser muy escrupulosas con los patronos que aceptan y las alianzas estratégicas firmadas. Nunca un buen fin justifica un mal medio. El caudal de confianza social generado por estas organizaciones es grande, pero no pueden olvidar que la confianza es un hilo que cuesta tejer pero que es frágil y se quiebra fácilmente. La captación de recursos a través de técnicas de marqueting (fundraising) desarrolladas por empresas contratadas para gestionar la obtención de estos a cambio de un porcentaje de los mismos, pone en manos de algunas ONGs donaciones que se perderían si alguien no estuviera ahí para recogerlas, pero también las introduce en una senda opaca en la gestión de los recursos y las convierte en un eslabón más de esa cadena que se aprovecha de la buena voluntad de ciudadanos y voluntarios. ¿Qué hacemos pues estas navidades con nuestros buenos sentimientos?. ¿Dejamos que una mala noticia nos arruine la buena conciencia? ¿Nos negamos a colaborar en algo que creemos que tiene una buen fin y resulta una loable misión:atender las necesidades de los más desfavorecidos?. Jacques Brel dijo “Ejerzo la caridad porque soy demasiado débil para imponer la justicia.” Cientos de millones de personas en el mundo necesitan un reparto más justo de los recursos. Necesitan de nuestra atención y de nuestro interés, pero también reclaman de nuestra acción comprometida y nos piden que de una vez y de verdad, hagamos lo que hay que hacer. No necesitan falsos paternalismos ni quieren repetir los errores de los que nosotros no hemos aprendido. Eduquémonos para decidir y actuar. Para denunciar lo injusto y reprobar las políticas que condenan a la pobreza a millones de seres humanos. Para exigir transparencia en la gestión y para respetar el derecho de los pueblos a decidir libremente sobre su futuro. Unamos nuestras voces para desenmascarar este gran negocio del hambre. Un negocio de aquí y de bien lejos que trafica con Ilusiones valiosas y caras limpias y que está en manos y corazones despiadados y muy sucios.
Fundaciones en las que convergen “curiosas” alianzas estratégicas entre grandes empresas, fundaciones varias y corporaciones del gran capital. Que manejan exclusivamente criterios de economía “neoliberal” con intereses meramente empresariales y comerciales y cuyo objetivo es captar especialmente a los cuatro mil millones de personas que todavía no forman parte de la “economía formal” del mundo. Esta estrategia se inició hace años planteando tres líneas de acción. La primera consiste en acceder a ese “mercado” por la vía de la confianza. Fundaciones filantrópicas de opaco funcionamiento y creadas por interesados patronos, aportan un gran caudal de recursos económicos como resultado de las políticas fiscales aplicadas en los países ricos, que hacen de la donación un negocio rentable para el donante. La intención es intervenir en las sociedades más desfavorecidas mediante el patrocinio de proyectos de cooperación al desarrollo, que en numerosas ocasiones proponen la ayuda a cambio de posibilidad de negocio. En ese complejo “mercado” de la pobreza llevan décadas trabajando algunas de las más comprometidas Ongs. El fruto de esta a intervención indispensable y fundamental en la lucha contra las pobreza real es el respeto y la confianza de las sociedades para las que trabajan. La políticas “neoliberales” que han avalado la crisis, han reducido el caudal de recursos del que podían disponer estas organizaciones no gubernamentales y han puesto en peligro el desarrollo de las acciones directas en el campo real. Así las cosas, estas Fundaciones han visto la posibilidad de entrar en ese mercado a través de la colaboración con algunas Ongs, que han aceptado como último recurso este tipo de espurios patrocinios. Tenemos así en la retaguardia de la avanzadilla de la lucha contra la pobreza a patronos que buscan rentabilizar su filantrópica inversión. La siguiente línea de acción es cruel y aviesa pues arrebata a los pueblos la soberanía alimenticia, mediante la gestión de semillas autóctonas, el control de patentes agrícolas y el mercado especulativo de alimentos, condenándoles al hambre y la muerte.
Es curioso comprobar cómo abundan los proyectos vinculados al desarrollo agrícola de las zonas más desfavorecidas mediante la introducción de semillas “patentadas”, estremecedor descubrir como estos programas no terminan de alcanzar su objetivo:la lucha contra el hambre e indignante saber que abundan los alimentos en medio de un hambre atroz. La tercera línea de acción consiste en la inmersión de los más injustamente tratados, en el sistema financiero internacional, utilizando para ello la táctica de los microcréditos. Práctica aparentemente loable con la que en algunos lugares del mundo se ha podido superar el umbral de la pobreza, pero que ha permitido a las corporaciones financieras fidelizar una red de nuevos y comprometidos clientes.
Si existen víctimas es porque existen eficaces verdugos. La filantropía ya no se queda en un negocio de optimización de beneficios a partir de la desgravación de impuestos. Las grandes empresas y corporaciones financieras a través de sus fundaciones filantrópicas han encontrado una gran vía de negocio en la pobreza. Es trabajo de las Organizaciones no gubernamentales más comprometidas ser muy escrupulosas con los patronos que aceptan y las alianzas estratégicas firmadas. Nunca un buen fin justifica un mal medio. El caudal de confianza social generado por estas organizaciones es grande, pero no pueden olvidar que la confianza es un hilo que cuesta tejer pero que es frágil y se quiebra fácilmente. La captación de recursos a través de técnicas de marqueting (fundraising) desarrolladas por empresas contratadas para gestionar la obtención de estos a cambio de un porcentaje de los mismos, pone en manos de algunas ONGs donaciones que se perderían si alguien no estuviera ahí para recogerlas, pero también las introduce en una senda opaca en la gestión de los recursos y las convierte en un eslabón más de esa cadena que se aprovecha de la buena voluntad de ciudadanos y voluntarios. ¿Qué hacemos pues estas navidades con nuestros buenos sentimientos?. ¿Dejamos que una mala noticia nos arruine la buena conciencia? ¿Nos negamos a colaborar en algo que creemos que tiene una buen fin y resulta una loable misión:atender las necesidades de los más desfavorecidos?. Jacques Brel dijo “Ejerzo la caridad porque soy demasiado débil para imponer la justicia.” Cientos de millones de personas en el mundo necesitan un reparto más justo de los recursos. Necesitan de nuestra atención y de nuestro interés, pero también reclaman de nuestra acción comprometida y nos piden que de una vez y de verdad, hagamos lo que hay que hacer. No necesitan falsos paternalismos ni quieren repetir los errores de los que nosotros no hemos aprendido. Eduquémonos para decidir y actuar. Para denunciar lo injusto y reprobar las políticas que condenan a la pobreza a millones de seres humanos. Para exigir transparencia en la gestión y para respetar el derecho de los pueblos a decidir libremente sobre su futuro. Unamos nuestras voces para desenmascarar este gran negocio del hambre. Un negocio de aquí y de bien lejos que trafica con Ilusiones valiosas y caras limpias y que está en manos y corazones despiadados y muy sucios.